COMIDA Y VINO, i vice versa.
Por Pablo Matallana
Hablar de vino y comida, de comida y vino, es hablar de lo que realmente nos gusta, nos gusta hablar, comer y beber, y que mejor lugar para ello desde los fogones virtuales dónde nos encontramos.
La comida y el vino… Imaginaos o (imagínense) dos personas que se están conociendo, la conversación puede ser apasionante cuando ambas confluyen en un mismo pensamiento, y son capaces de hacer más grande ese concepto, cuando cada uno aporta sus ideas, cuando el otro escucha y cuando el otro habla… Uau!! piensas que hay química y eso es emocionante!
«Uno debe escuchar cuando el otro está hablando o el resultado es un embrollo«. Evan Golstein.
Y en eszencia, el maridaje, más que un matrimonio es siempre una primera cita: el tiempo vuela, el plato está caliente y necesitamos (deseamos) algo de beber, así que no me queda más remedio que buscar la mejor pareja para este fabuloso plato con el que nos arropa La Palmera Rosa, en estos días de frío.
La pareja perfecta: para un equilibrio perfecto.
Y es que cuando ambos coinciden, tanto el vino como la comida son igualmente mejorados, y se transforman en sensaciones, en momentos increíbles de los que podemos disfrutar, así que pongan todos los sentidos sobre la mesa, y que empiece el festín.
Puchero, puchero canario, un plato de los que te unen a la tierra, un plato equilibrado: vegetales y poca carne, hortalizas y algo singular: pera y piña millo (Zea mays), que junto con la batata (Ipomea batata) y sus dulzuras crean una receta inmortal. Es sin duda un mestizaje de sabores y texturas, porque además se aliña con oro liquido y un toquesito de vinagre…
Una receta tradicional y un plato de fusión a la vez, para el que hemos elegido en esta ocasión, y no podía ser de otro modo, un tinto de la isla de Tenerife (orientación norte, por supuesto). Y empezamos por todo lo alto, un vino elaborado, por supuesto, con las variedades tradicionales listán negro y vijariego, en el Valle de La Orotava, de carácter renovado y de corte internacional pero que refleja al 100% la pasión y el respeto por la tierra: CAN 2011 de Bodegas Tajinaste.
CAN 2011 es un vinazo, y lo seguirá siendo, por que está en plena juventud, dónde su fruta roja transformada y profunda, y su bendita estructura se redondean con una madera finamente integrada. Maduro y fresco a la vez, un vino elegante, que invita a comer y a seguir bebiendo, y vice versa.
Un vino de la tierra para un plato de la tierra.
Me encanta… cuanta razón tienes Pablo. Tendremos que probar ese vino.
uauuuuuu!!! menudo comentario. Los probaré sin duda.
Que bueno que te guste,
mmmmmmm.. «Bienisimo, güenisimo»